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BOLIVIA

Gloria Carrasco apaga cámaras con CNN después de 28 años de mostrar Bolivia al mundo – Pagina Siete

A la medianoche de mañana, 31 de octubre, vence el contrato que la periodista boliviana Gloria Carrasco Viviani mantuvo durante 28 años con la cadena de noticias CNN en español. Se declara feliz y satisfecha por su paso por uno de los medios de comunicación más influyentes del mundo. Espera los últimos segundos de su relación laboral con el medio trabajando, haciendo cobertura, como lo hizo durante esas casi tres décadas, en las que a través de CNN mostró Bolivia al mundo.
“Se cierra un ciclo de mi vida profesional con CNN español y me siento feliz, plena, con la sensación del deber cumplido y, sobre todo, muy agradecida con CNN”, comenta a Página Siete la periodista de 60 años, sentada en la sala de su casa junto a Dinky y Ramsey, dos perros que no la dejan sola ni un segundo. Apenas se sienta, lo canes se acomodan a su lado, sienten sus caricias y se quedan profundamente dormidos.
En estos días Gloria tiene los sentimientos a flor de piel. Se emociona con cada recuerdo que evoca, mientras con su mente va hojeando ese libro de historias que escribió en CNN. Habla efusivamente, ríe, llora… todas esas sensaciones se las provoca el periodismo, la profesión que ella misma se auguró desde niña.
“Cuando tenía 10 años le dije a mi papá que quería ser periodista”, cuenta.
Creció con la certeza de que sería reportera, pero cuando salió bachiller en la universidad pública la carrera de periodismo no existía, así que optó por Economía. Tres años después, la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) abrió Comunicación Social y cambió de carrera sin dudarlo.
“Fue comenzar todo de nuevo, de cero, pero no me importó, conquisté la carrera”, expresa.
Sus ojos brillan, mientras cuenta cómo prácticamente se devoró los cinco años de estudio, además con notas sobresalientes. Era una alumna destacada y el director de entonces de la carrera, Roberto Cuevas, la recomendó para que trabajara en ATB, el primer canal privado de Bolivia.
De esa televisora Gloria pasó a la productora PAT, a trabajar junto a Amalia Pando, a quien conoció en la cobertura periodística. También con Carlos Mesa y Mario Espinoza, periodistas por quienes expresa un profundo respeto y agradecimiento.
Ellos y otros de sus colegas fueron testigos de su llegada a CNN, con un reportaje sobre los “narcovínculos” en Bolivia.
Todavía recuerda esa tarde de 1994 en PAT, esperando si CNN emitiría su reportaje. Cuando se lo pidieron, Christopher Crommett le dijo que si lo pasaban íntegro debía sentirse bienvenida a la cadena; si lo veía fragmentado, implicaba “que tal vez la volverían a buscar”.
“El reportaje salió completo. Fue la primera vez que me oí decir: ‘Para CNN, Gloria Carrasco desde La Paz, Bolivia’”, recuerda emocionada.
Y ese fue su boleto de ingreso a la cadena de noticias.
Gloria, además de ser una reconocida periodista, es campeona nacional de bowling, además de mamá de dos hijas. Paola, jugadora de fútbol profesional en España, y Daniela, comunicadora corporativa y pintora, que destina parte de sus ganancias a ayudar a perritos de la calle.
Está ansiosa esperando el martes 1 de noviembre, con ganas de tomar la mano de su esposo Juan Carlos Guzmán para salir a caminar, a cualquier hora del día. Quiere cocinar para su familia y viajar a España, a ver jugar a Paula. Son momentos que se perdió, pero a partir de mañana no está dispuesta a desperdiciarlos ni un día más. Esta es la conversación con la periodista:
Está a punto de culminar un ciclo en su vida, ¿cómo se siente?
Cierro este ciclo con CNN feliz y agradecida con Dios, que para mí es el sustento de la vida. Considero que no hay nada más gratificante que cerrar un ciclo con la satisfacción de haber cumplido, y no sólo con la profesión, que es un servicio a la sociedad; si no conmigo misma, con mis sueños y retos personales y profesionales.
Termino este ciclo llena de felicidad por haber transcurrido una vida maravillosa y esos 28 años de trabajo en CNN de forma transparente y honesta.
En cada reportaje puse la vida, el alma, esa pasión por el periodismo que no se agotó nunca, que empezó en mi niñez.
¿Por qué deja CNN?
Terminó mi ciclo y me voy muy feliz, realizada y agradecida.
28 años, ¿cómo lo logró?
Con trabajo, responsabilidad y entrega. En la vida uno tiene que asumir 100% lo que hace, y hacerlo con amor y pasión. Soy una apasionada. Salía en la mañana y decía: ¡hoy haré el mejor reportaje de mi vida! ¡Es que no hay que conformarse! Soñar te hace crecer y tu trabajo crece contigo.
No fui empleada de planta de CNN, no tengo jubilación, nada; fui una freelancer, una reportera independiente, nada más.
¿Cómo fue económicamente?
Creo que todo es proporcional. No sólo trabajé haciendo reportajes para la pantalla; hice producción, trabajé para la página web, las redes. Trabajé como corresponsal de CNN con todas las afiliadas que tiene en América Latina y en radio. Eso me permitió tener una vida económicamente tranquila, especialmente con mis hijas, para darles una linda educación.
Agradezco a CNN una infinidad de cosas, como profesional aprendí lo que tal vez no hubiese aprendido en muchos años. Conocí a gente maravillosa, Patricia Janiot, José Levy, Lucía Newman, Fernando del Rincón… Tuve la suerte de trabajar con ellos lado a lado.
¿Qué significó para usted trabajar en CNN?
Bolivia no era una plaza informativa internacional. Yo soy una mujer de retos, siempre lo fui, y veía muchos espacios en CNN, como Nuestro Mundo, Destinos, y pensaba que eran una oportunidad para mostrar el país. Destinos era para mí la ventana al mundo, a la que le saqué el jugo. Creo que logré posicionar al país.
Mostré la Chiquitania, el Salar y la Amazonia. Hice el ascenso al Huayna Potosí con cámaras, fui la primera periodista que llegó a ese nevado, subiendo y escalando con todos, tres días; llegué a la cima con Bernardo Huarachi.
Mostré el Gran Poder, el Carnaval de Oruro, la historia de la Diablada. Me metí a la mina, 300 metros bajo tierra, tres días, con los mineros; me pintaron totalmente con sangre de llama para que pudiera entrar a ver al “Tío”.
También hice notas desgarradoras, como la de esa niña que trabaja en la mina. Hablé con su madre, a la que no le quedaba otra que cada noche dejarla en la puerta del socavón y darle la bendición (lágrimas). Fue el reportaje más duro que hice, igual que el del cáncer de niños, que me dejó frustrada porque no pude hacer nada por ellos.
¿Le marcó la vida sentir esa frustración?
Soy una mujer sensible, pero fuerte. Cuando tengo que manejar con fuerza el momento, lo hago; pero soy impulsiva, me lanzó a hacer las cosas. Una vez casi me lleva el río. Ronald MacLean, el exalcalde, me gritaba: “¡Niña, niña, el río viene!” Yo hacía mi cobertura (risas).
Hubo coberturas que me dolieron, como la de 2003, cuando durante un mes no pude volver a mi casa por todos los enfrentamientos. Como ésa, hubo etapas del país que viví con dolor, escribiendo los guiones con dolor, sin saber qué pasaría al día siguiente.
Pero en medio de las barricadas, arriesgando la vida en la calle, tuve compañeros de trabajo excepcionales, camarógrafos a los que quiero mencionar. El primero fue José Luis Peñaranda, con quien di la primicia internacional del hallazgo del cadáver del Che Guevara en Valle Grande, en 1995. Había seguido el tema años.
Mi segundo camarógrafo fue Rafael Flores, que en paz descanse. Con él gané, en 2012, el premio internacional de la OMS por el reportajes sobre el mal de Chagas. Bernardo Durán vino después, con él ganamos en 2010 el Premio Nacional de Periodismo en televisión con un reportaje que hicimos en los Yungas. Entramos en bicicletas, hicimos kayak y contamos la historia de los afrobolivianos. Mi actual compañero es Fernando Figueroa, con él tenemos una nominación al Premio Emmy.
¿Qué coberturas no olvida?
Son muchas. La del descubrimiento de los restos mortales del Che, el reportaje a Juana, una mujer que tenía un hijo de 24 años con parálisis y retraso mental. Lo llevaba cargado en la espalda, a pie, todos los días, de El Alto hasta La Paz. No fue un reportaje para CNN, sino para Univisión. Mostré un día en la vida de Juana, llamé al reportaje El amor más allá de la razón. Lo pasaron un 24 de diciembre y generó tal impacto que la gente la colaboró y logramos recaudar 20 mil dólares, con los que Juana tomó un anticrético y puso una tienda. Y le llegaron tres sillas de ruedas a su hijo, la convencí de que donara dos. Juana viene siempre a visitarme (lágrimas).
¿Qué hará el primer día después de CNN?
Pareciera que alejarme de CNN fue algo muy rápido, pero no. Para mí la pandemia fue determinante, me permitió acercarme a los míos. Levantarme a las 9:00, desayunar en pijama, cocinar. Antes yo salía a trabajar a las 8:00 y volvía a las 20:00. No puedo decir cuántos años no almorcé con mi esposo, cuántas veces no pude ir a ver jugar fútbol a mi hija. O, de pronto, no darme cuenta de que el tiempo había pasado.
Ya estuve pensando (dejar CNN). A mí el país me duele, me duele dar malas noticias. Ahora mismo, la coyuntura, me vuelve a remontar a todos esos días que estuve en la calle, arriesgando la vida, pensando que en casa me esperaban mi esposo, mis hijas.
Perdí a mi padre al inicio de la pandemia y tuve que continuar. Di mucha vida, yo le di mucha vida a CNN, pero son cosas que di bien, por eso cierro el ciclo feliz. Es tiempo de despertar una mañana y caminar sin rumbo, sola o con mi esposo, tomarlo de la mano y salir como enamorados.
Doy gracias a Dios por tener un compañero, porque de verdad yo tengo un compañero que aguantó todo. Mis locuras de llegar al mediodía y decir que estaba yendo con unos científicos al lago Titicaca y que debía estar ahí a las 14:00. Eran las 12:00, le pedía que me lleve y él lo hacía. O cuando llegada exhausta de intensas jornadas y sólo me tomaba de la mano y me decía: duerme.
Ese tipo de cosas te mueven. Tengo ganas de montarme en un avión, irme a España, sentarme en la tribuna de un estadio, ver entrar a mi hija y que pueda verme (lágrimas), y olvidarme de los días en que me decía: “¿Mamá, por qué no fuiste a verme al colegio?” Quiero recuperar, volver a lo mío, y creo que estoy a tiempo.
Espero que todo lo que viví y dejé, le abra la puerta a la juventud, me encantaría que él o la nueva corresponsal de CNN sea un joven con sueños, que pueda construir y saltar los muros que nos separan, porque eso es la profesión.
La mejor forma es dejar huella, pero sin quitarle nada a nadie.

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