BOLIVIA
La recepción de la Escuela de Frankfurt en Bolivia (primera parte) – Opinión Bolivia

Al adentrarnos al estudio de la historia de las ideas podemos ver que esta se puede abordar de dos maneras. La primera, a través de su producción intelectual: donde los propios pensadores nos proporcionan material bibliográfico para su análisis. La segunda, se dirige no a los hombres, sino a la recepción de sistemas, escuelas, tendencias y corrientes. Ambos casos son totalmente válidos para entender la crónica de las ideas. Un caso particular es lo que ocurrió con la Escuela de Frankfurt que comenzó en 1930, cuando Max Horkheimer asumió la dirección del Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, al cual dio una nueva orientación filosófica para su época. A ello se sumaron los nombres de Theodor W. Adorno, Erich Fromm, Walter Benjamin, Herbert Marcuse, entre otros. Décadas después, la influencia de la Escuela de Frankfurt tuvo una gran resonancia en Europa, principalmente, en ámbitos universitarios, que se orientaron en estudiar la teoría marxista para, después, pasar a realizar una reflexión crítica sobre las sociedades industrializadas.
La recepción de la Escuela de Frankfurt en Argentina
La multidisciplinaria obra de la Escuela de Frankfurt tuvo una lenta acogida en Latinoamérica como referencia intelectual. En el caso de Argentina, cuando se hace referencia a la Escuela de Frankfurt y al inicio del Instituto de Investigaciones Sociales reluce el nombre Félix Weil, “hijo de un rico comerciante alemán instalado en la Argentina, que fuera el administrador de los fondos que su padre aportó para la formación del Instituto”. También existen otros datos significativos. Según algunas investigaciones, indican que tempranamente arribó las ideas de Walter Benjamin en la Argentina a través del profesor Luis Juan Guerrero –argentino que estudio en Alemania–, quien citaba y utilizaba bibliografía de Benjamin en su cátedra “Estética” de la Universidad de La Plata, el año 1933, entre otros.
Un precursor de la Teoría Crítica
Para el caso boliviano, al rastrear la historia de las ideas se puede rastrear el arribó de los postulados de la Escuela de Frankfurt a partir de la década de los setenta. Desde el punto de vista cronológico, fue el filósofo Hugo Celso Felipe Mansilla, más conocido como H. C. F. Mansilla, quien tempranamente introdujo los postulados de la Teoría Critica y los significados que ellas fueron asumiendo a lo largo del siglo XX. Para ello, es necesario realizar un breve esbozo biográfico del autor. Por la década de los años sesenta, Felipe Mansilla obtuvo una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (Deutscher Akademischer Austauschdienst = DAAD) para estudiar en Alemania la Carrera de Ingeniería Civil. Una vez que arribó a Alemania, tras gestiones administrativas, logró matricularse en la Carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Libre de Berlín. El autor recuerda en sus memorias este pasaje de su vida: “Mi paso por la universidad fue determinante para configurar mi pequeño mundo intelectual. Mis estudios de ciencias políticas fueron ciertamente fructíferos y hasta indispensables para obtener una noción más o menos confiable de la realidad contemporánea y para enterarme de los progresos teóricos en mi área de especialización”.
Tras haber culminado sus estudios de pregrado, un casual encuentro con Carlos Barral –en el vagón restaurante de un tren en el sur de Francia–, pudo entablar un breve dialogo donde surgió la idea de publicar un breve texto en la prestigiosa editorial Seix Barral. A los pocos meses, Mansilla remitió a Barral un conjunto de ensayos escritos en alemán (parte de sus trabajos de seminario de sus últimos años de estudio de licenciatura) que se encontraba acorde a los requerimientos de la colección de la Biblioteca Breve de Bolsillo.
El arribó de las ideas de la Escuela de Frankfurt a suelo boliviano
La versión original del manuscrito de Mansilla fue presentada en alemán bajo el título Einführende essays zur Kritischen Theorie Der Gesellschaft (Ensayos introductorios a la teoría crítica de la sociedad), pero la editorial decidió publicar el texto como Introducción a la teoría crítica de la sociedad (Madrid: Editorial Seix Barral, 1970). Al respecto, Mansilla afirma: “La editorial lo hizo traducir por su cuenta, y en la prematura de este proceso no se me envió una copia de la traducción. No hubo un control de calidad ni una revisión de aquella malhadada traducción al español, que resultó de pésima calidad”, la traducción estuvo a cargo de Michel Faber-Kayser. A pesar de ello, el libro tuvo una escueta distribución en las principales librerías de Latinoamérica. En Bolivia, el texto fue distribuido por la Librería Los Amigos del Libro, el mismo año de su aparición.
La peculiaridad del libro de H. C. F. Mansilla reside justamente en el modo particular de introducir términos y autores “desconocidos” para los intelectuales bolivianos de los años setenta. Ya que los presupuestos teóricos –vigentes en ese tiempo– residían por enfocarse a temas mineros, sindicalistas, obreros, campesinado, indigenismo, la influencia política del movimientismo revolucionario, entre otros. En ese contexto es que Mansilla puso en el tapete de discusión los términos “Teoría Crítica” y “Escuela de Frankfurt” dentro del pensamiento contemporáneo boliviano.
En lo que concierne al término “teoría crítica”, esta proviene del ensayo de Max Horkheimer titulado Teoría tradicional y teoría crítica (1937). Es así que Mansilla dio a conocer a los máximos representantes de la Escuela de Frankfurt: Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Jürgen Habermas, Franz Neumann, Leo Löwenthal, Walter Benjamin, Friedrich Pollock, entre otros. Los ocho ensayos que componen el libro Introducción a la teoría crítica de la sociedad tratan de mostrar de manera concisa los rasgos más sobresalientes de sus principales exponentes y la singularidad de cada pensador de la Escuela de Frankfurt.
György Lukács
El recorrido inicia haciendo referencia a la historia y conciencia de clase de György Lukács: “La obra de Lukács analiza las relaciones del marxismo con la filosofía de Hegel y pone al descubierto lo mucho que Marx le debe a Hegel y la importancia fundamental que poseen los primeros escritos filosófico-antropológicos para toda la obra de Marx”. Entonces, se puede asumir que “las fuentes básicas de la Escuela de Frankfurt son la filosofía de Hegel y el materialismo histórico de Marx y de Engels (…). La primera generación de la Escuela de Frankfurt debe algunos de sus impulsos a las consideraciones metodológico-históricas de Dilthey, así como las opiniones heréticas de György Lukács y Karl Korsch. Diez años antes del ensayo de Horkheimer Materialismus und Metaphysik, ambos teóricos ya habían reconsiderado la divergencia entre materialismo e idealismo, y había ciertas tendencias hacia la filosofía soviética y hacia el positivismo”.
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno
Siguiendo la lectura que propone Mansilla, encontramos a los representantes de la Escuela de Frankfurt, Max Horkheimer y Theodor W. Adorno que publicaron el ensayo Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos. Esta “Dialéctica de la Ilustración” expresa la conciencia de la densa complejidad de los procesos que dieron lugar a la modernidad. “El punto de partida de las reflexiones lo constituye, en primer lugar, el manifiesto desequilibrado entre las posibilidades de la humanidad para organizar una convivencia razonable, y la triste realidad de un nuevo barbarismo, como el que manifestó en la Segunda Guerra Mundial. Dicho desequilibrio pone al descubierto sus alarmantes dimensiones cuando se efectúa una comparación entre las conquistas en el campo técnico y científico, por una parte, y la evidente incapacidad del hombre para crear un desarrollo paralelo en el campo socio-político. Aquí se plantea la pregunta de si a la razón no le incumbe parte de responsabilidad en este desarrollo irracional”.
