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BOLIVIA

Por qué Bolivia no condena la invasión a Ucrania – Pagina Siete

En nombre de Bolivia, el Movimiento al Socialismo nos ha alineado con los pocos países que se niegan a condenar la invasión de Rusia a Ucrania. Algunos señalan que el motivo sería “ideológico” pero ¿qué tiene el invasor Putin de socialista? Nada, es más bien un gobernante autoritario que se apoya en los oligarcas rusos que ahora controlan esa economía, e internacionalmente sólo cuenta con el respaldo de algunos derechistas extremos, como el italiano Sergio Berlusconi, quien afirma que es Ucrania la responsable de la invasión rusa.
Llama ciertamente la atención que no condenemos la invasión y la anexión de territorios invadidos, cuando fue así que se perdió el Litoral. La única explicación “ideológica” para que el partido en el gobierno se abstenga de condenar invasiones es que en las relaciones internacionales de nuestro país está primando el apoyo a los autoritarismos.
Y ello porque en el partido de gobierno aún tiende a primar una tendencia autoritaria instaurada gracias a que contaban con dos tercios en el Legislativo y así pudieron imponer una economía estatista a título de avanzar hacia el “socialismo”. Y, repitiendo lo realizado durante la dictadura de Banzer (1971-1978), aprovecharon la mayor capacidad de endeudamiento que el boom de materias primas generó para endeudarnos más.
La tendencia autoritaria en el MAS ya se había manifestado al desconocer los resultados del referéndum de 2016. Y se volvió a manifestar en las elecciones de 2019 cuando, al observar que el conteo rápido parecía conducir a una segunda vuelta, en la que podían perder, detuvieron el proceso.
Pero en aquella oportunidad la resistencia al autoritarismo consiguió que Morales y García Linera renunciaran a la pretensión de volver a ser reelectos, y que su partido postulara a otros candidatos. Durante los gobiernos del MAS el nivel de vida de los bolivianos había mejorado gracias al mencionado incremento de precios de las exportaciones, así que, con habilidad, escogieron como nuevo candidato a la presidencia a quien había sido Ministro de Economía y Finanzas Públicas y a la vicepresidencia, a un líder indigenista. Y ganaron.
Gracias a esa victoria sobre Morales y García Linera, actualmente están emergiendo dos tendencias en el MAS: los que siguen a los autoritarios –cuya ideología se refleja en su apoyo a Putin– y los que optan por la renovación.
Entre estos últimos es urgente una autocrítica: ¿resulta conveniente para Bolivia que la administración pública y hasta el órgano judicial respondan ante todo a un partido político y no a los intereses nacionales, suprapartidarios? Y, en lo económico: si bien el sistema de empresas mixtas es conveniente para aprovechar los recursos naturales no renovables en beneficio del país, ¿será el Estado empresario la mejor solución para otros casos? Hasta los mineros desconfían de que un Estado controlado por el MAS sea juez y parte en la administración de los aportes para su jubilación.
El equilibrio económico aún se mantiene gracias a que el precio del oro, extraído (con mercurio) por “cooperativistas” liberados de impuestos, ha tendido a subir exponencialmente en la última década. Pero, como siempre, la caída de los precios de las materias primas que exportamos generará en algún momento otra crisis de la deuda.
Para garantizar sosteniblemente la satisfacción de las necesidades básicas de todos los bolivianos sin excepción debemos dejar de ser proveedores de materias primas o de manufacturas con muy poco valor agregado, y competir en la economía mundial generando tecnología de punta.
La experiencia internacional contemporánea nos demuestra que es posible lograr este objetivo en pocas décadas. Para ello se requiere que la economía se base en la competencia, con un Estado conductor y regulador más que productor; eliminar la corrupción e instaurar la meritocracia. Y concentrarse ante todo en lograr el objetivo mencionado, comenzando por invertir toda la renta de recursos naturales no renovables en educación de máximo nivel e investigación, sin interferencias ideológicas.

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